Revista de Investigación Educativa 16
enero-junio, 2013

ISSN 1870-5308
Instituto de Investigaciones en Educación
Universidad Veracruzana
Xalapa, Ver., México

 

Género: término clave en lengua y cultura

Richard Bauman
Traducción: Dra. Minerva Oropeza Escobar
Investigadora
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México
minerva@ciesas-golfo.edu.mx

Recibido: 12 de octubre de 2011 | Aceptado: 23 de enero de 2012

Duranti, A. (Ed.). (2001). Key terms in language and culture (pp. 79-82). Estados Unidos: Blackwell.

El concepto de género ha desempeñado un papel significativo en antropología lingüística desde el surgimiento de este campo y ha sido parte del fundamento filológico del programa Boasiano. El papel central de los textos en la tradición Boasiana demandaba una discriminación entre órdenes de textos, y las categorías genéricas heredadas del estudio europeo (especialmente alemán) del folklore cumplieron este propósito clasificatorio. El género, sin embargo, recibió poca atención crítica o teórica en el campo hasta fines de los sesenta, bajo el ímpetu convergente de la etnociencia, con su eje analítico en los sistemas autóctonos (émicos) de clasificación; el estructuralismo, tanto en su vertiente morfológica como estructural simbólica; y la etnografía del habla, en la cual el género funcionó como nexo de las interrelaciones de los constituyentes del evento de habla y como posición formal estratégica respecto a la práctica del habla. Más recientemente, el influyente enfoque de Mikhail Bakhtin, según el cual el género es el principio composicional organizador de las emisiones lingüísticas, ha dado mayor prominencia al concepto de género en los trabajos de los antropólogos lingüistas.

Los enfoques actuales se centran en la concepción del género como un orden del estilo de habla, una constelación de rasgos y estructuras formales co-ocurrentes que sirven como marco orientador convencionalizado para la producción y recepción del discurso. Más específicamente, un género es un estilo de habla orientado a la producción y recepción de un tipo particular de texto. Cuando una emisión lingüística es asimilada a un género dado, el proceso a través del cual se produce y se interpreta es mediado por sus relaciones intertextuales con textos previos. La invocación de un recurso genérico enmarcador (es decir, genéricamente específico) como “Había una vez”, conlleva un conjunto de expectativas respecto al despliegue subsecuente del discurso, e indexa otros textos iniciados con esa fórmula de apertura. Estas expectativas constituyen un marco para la entextualización, es decir, para dotar al discurso de propiedades textuales, unidad, cohesión interna, coherencia, disponibilidad para descontextualización y recontextualización, etc.

La relación formal implicada en la noción de intertextualidad genérica tiene, asimismo, correlatos pragmáticos y temáticos. La producción situada de un discurso genéricamente conformado indexa contextos situacionales previos y sus elementos constituyentes respectivos (es decir, escenario, papeles de los participantes y estructuras de participación, panoramas, metas y resultados, etc.) en los cuales otras instancias de dicho tipo genérico han sido empleadas. Desde esta perspectiva, el género aparece como un conjunto de directrices convencionales para afrontar exigencias comunicativas recurrentes –por ejemplo, los saludos, como un medio de establecer acceso interaccional. Sería engañoso, sin embargo, asumir –como algunos han hecho– que existe una correlación uno a uno entre géneros y eventos de habla. Mientras que géneros particulares pueden ser identificados principalmente con contextos situacionales de uso específicos –por ejemplo, cantos curativos con rituales de curación–, es muy propio de la naturaleza del género ser reconocido fuera de sus contextos primarios. Así, un canto curativo puede ser ejecutado en otro contexto por entretenimiento, por el placer que proporciona el despliegue de virtuosismo del cantor, e, incluso, como demostración pedagógica durante la instrucción de un curandero novicio.

De manera similar, cada género será distinguido por sus capacidades temáticas o referenciales, como vehículo rutinizado de codificación y expresión de órdenes particulares de conocimiento y experiencia. Esta orientación temática hacia el mundo es, así, parte del campo indexical implicado en las relaciones de intertextualidad genérica.

Los estudiosos difieren en su consideración de qué tan comprehensivo es el género dentro de la economía de habla de una comunidad. Sin embargo, en la medida en que el concepto de género enfatiza convencionalidad y textualidad, hay una tendencia operativa a restringir la noción a aquéllas formas y prácticas de discurso en las cuales la expectativa convencional y la unidad textual, la cohesión y la coherencia, son relativa y reconociblemente más evidentes.

Mientras que la intertextualidad genérica es un medio de destacar la organización convencional de carácter formal, pragmática y temática del discurso, el mismo nexo relacional sugiere también que la convención genérica por sí sola es insuficiente para dar cuenta de la configuración formal-pragmática-temática de cualquier emisión lingüística. Esto es así porque el ajuste entre texto particular y modelo genérico –u otras instancias del tipo genérico– nunca es perfecto: elementos emergentes de la contextualización del aquí y ahora entran inevitablemente en el proceso discursivo forjando vínculos con el discurso adyacente, con la interacción social en curso, las agendas instrumentales o estratégicas y otros factores situacionales y extrasituacionales que interactúan con los marcos genéricos orientadores en la conformación de la producción y recepción de la emisión lingüística. Estos, a su vez, influirán en los modos en que los rasgos constituyentes del marco genérico –formales pragmáticos, temáticos– serán variablemente movilizados, abriendo el camino a la reconfiguración y el cambio genéricos. Así, la intertextualidad genérica inevitablemente implica la producción de una distancia intertextual. La calibración de dicha distancia –su relativa restricción o amplificación– tiene correlatos y efectos significativos. Ciertos actos de entextualización pueden perseverar en la ortodoxia genérica apegándose lo más posible al precedente genérico y asimilando las emisiones a las prácticas convencionales establecidas para el cumplimiento de fines rutinarios bajo circunstancias ordinarias. En contraste, la ampliación de la distancia intertextual permite la adaptación de marcos genéricos a circunstancias y agendas emergentes. Esta calibración adaptativa puede implicar la manipulación de cualquiera de los elementos formales, funcionales y temáticos mediante los cuales una emisión puede vincularse a sus precedentes genéricos. También puede extenderse a la asimilación de un texto a más de un marco genérico echando mano de y combinando las capacidades formales y funcionales de cada uno de los géneros así invocados, como cuando el tono bajo, la entonación descendente, el acento y el contenido moral del habla del instructor pudiera conducir a un estudiante a preguntar a un compañero de clases si lo que acaba de escuchar es una conferencia o un sermón.

La calibración de distancias intertextuales ofrece una posición estratégica útil desde la cual considerar la ideología y la política del género. Dentro de cualquier comunidad de habla o periodo histórico, los géneros variarán con respecto a la relativa estrechez o laxitud de la regimentación genérica, pero ciertos géneros pueden volverse objeto de atención ideológica especial. La insistencia prescriptiva en una estricta regimentación genérica actúa conservadoramente al servicio de la autoridad y el orden establecidos; mientras que el impulso hacia la ampliación de la distancia intertextual y la innovación genérica es más conducente al ejercicio de la creatividad, a la resistencia al orden hegemónico así como a la apertura al cambio. Estos factores están estrechamente vinculados también a las jerarquías de valor y gusto (qué géneros son evaluados como relativamente más elevados, mejores, más bellos, más morales) y a la regimentación social de acceso a formas genéricas particulares (quién puede aprenderlas, dominarlas, poseerlas, ejecutarlas, y para qué efecto).

Bibliografía

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