Número 33 | julio-diciembre, 2021

Instituto de Investigaciones en Educación | Universidad Veracruzana

Licencia Creative Commons (CC BY-NC 4.0) | ISSN 1970-5308

DOI: 10.25009/cpue.v0i33.2768

Reseña

Revitalizar el interés por el francés en Colombia: la interculturalidad como solución

Joffrey Carona

Recibido: 24 de abril de 2021

Aceptado: 25 de mayo de 2021

Soler Millán, G. C. (2020). L’Interculturalité, source de la dynamique du FLE? Le cas colombien. Paris: L’Harmattan. 171 pp. ISBN: 978-2-343-20545-8.

El libro objeto de esta reseña ha sido publicado en 2020 por la editorial L'Harmattan  bajo el título L’Interculturalité, source de la dynamique du FLE? Le cas colombien (Interculturalidad, ¿fuente de la dinámica del FLE? El caso colombiano). Su autora, Germana Carolina Soler Millán, doctora en Ciencias del Lenguaje (Universidad de Montpellier 3, Francia), especialista en interculturalidad, sociolingüística y FLE, desarrolla la idea según la cual la interculturalidad podría hacer tambalear la supremacía del inglés en el ámbito del aprendizaje de idiomas y reactivar el interés de los colombianos por el francés.

En Colombia, el inglés es el idioma predominante en la esfera económica y suele estar asociado al éxito profesional, mientras que el francés es considerado el idioma de la cultura y el mundo intelectual. La experiencia del pueblo colombiano con la cultura francófona resulta precaria (e incluso negativa), por lo que el interés por aprender el francés se limita a la herencia cultural del país. Sin embargo, como subraya el libro, Colombia no solo tiene lazos importantes con Francia desde hace siglos, sino también con el idioma francés; a pesar de estar al remolque del inglés hoy en día.

De acuerdo a la tesis de la autora, su enseñanza no podrá remontarse mientras no se tome en cuenta la interculturalidad. Se trata, entonces, de deconstruir y renovar la imagen de la francofonía a través de un replanteamiento y una enseñanza modernizada del concepto de lengua-cultura. Así, el libro se divide en cinco apartados: Introducción, “1. Las lenguas en Colombia: una historia de ideología”, “2. El francés en Colombia: historia pasada y presente”, “3. La interculturalidad como dinámica del FLE” y una conclusión general.

La primera parte se centra en el estado actual de las lenguas en el país, tanto endémicas como extranjeras. La autora expone la situación del español como idioma oficial en todo el país, y de las lenguas indígenas (en grave peligro de desaparición), oficiales también en su propio territorio. En cuanto a las lenguas extranjeras, la autora afirma que las políticas lingüísticas a este respecto no han hecho más que sembrar la confusión. La Constitución, por un lado, señala la obligatoriedad de la enseñanza de uno o más idiomas en la escuela, sin especificar cuáles, lo que puede leerse como la voluntad política y diplomática de no defender al inglés en un texto tan importante. Sin embargo, existe un Programa Nacional de Inglés con el objetivo de generalizar el bilingüismo español / inglés entre la población colombiana.

La autora explica esta contradicción entre derecho y práctica, analizando la ideología que existe detrás de la política lingüística del país, apoyándose en autores como Boyer, Beacco o Thiesse, antes de abordar las representaciones sociales de las lenguas extranjeras. Asimismo, utiliza el vínculo entre estereotipos e ideología para proponer el uso de los primeros con objetivo didáctico, por influencia de Dufays, para guiar a los alumnos hacia una mejor comprensión de sí mismos y de los demás. Finalmente, cierra el apartado con un repaso de la situación de la enseñanza del francés a nivel universitario, llegando a la conclusión de que la presencia del idioma en un nivel avanzado es testimonial.

En la segunda parte, la autora analiza la evolución de la presencia del francés en Colombia. Dicha lengua llegó a través de España, donde ha estado presente desde el Siglo de Oro. Posteriormente, grandes figuras francófilas de la época de las independencias latinoamericanas, como Simón Bolívar, quisieron hacer del francés la lengua obligatoria en la enseñanza. Desde muy temprano, la francofilia estuvo presente en América Latina a través de los inmigrantes franceses y la élite criolla que leía y hablaba francés. Se destaca en la obra el intento por parte de España de prohibir el idioma para evitar la difusión de ideas revolucionarias en tierras americanas, la resistencia de la élite local y de los jóvenes cultivados que leían a Jean-Jacques Rousseau, Voltaire y Montesquieu. Su análisis continúa hasta los años treinta, cuando la enseñanza oficial del francés se consolidó y surgió la posibilidad de cursar estudios en enseñanza de lenguas extranjeras en las universidades colombianas. A continuación, se hace referencia a la batalla centrada en la formación de profesores de francés e inglés en los años 60. En consecuencia, en la década siguiente se produjo la casi total desaparición de la enseñanza del francés a favor del inglés, que pasó a dominar completamente la enseñanza de las lenguas extranjeras en el país.

Tambén se enumeran los intentos de recuperar el francés: los acuerdos gubernamentales entre Francia y Colombia ("Acuerdo Marco de Cooperación Cultural entre Francia y Colombia"), el esfuerzo de la embajada francesa en Colombia (a través de la "Oficina de Acción Lingüística y Audiovisual" en 1993, que luego se convirtió en la "Oficina de Cooperación Lingüística y Educativa") y el proyecto lanzado en 2008 por ACOLPROF y la Embajada de Francia en Colombia con el que se pretendía fomentar la enseñanza del francés con la formación de profesorado, en colaboración con las escuelas francesas, las Alianzas Francesas, etc. Tal proyecto mejoró en 2011, pero sigue luchando contra la ideología imperante y la escasez de recursos. Asimismo, la autora desarrolla numerosas nociones fundamentales como motivación, interculturalidad, cultura, intercomprensión o cultura francesa, sin dejar de hacer referencia a grandes autores como Gardner, Defays, Galisson, o Abdallah -Pretceille.

El libro finaliza con la presentación y el análisis de las opiniones de los colombianos sobre los franceses y de los franceses sobre los colombianos, antes y después de sus estancias en el exterior, destacando el carácter evolutivo de los juicios y el interés de la preparación intercultural. La autora concluye retomando las líneas centrales de su libro para expresar su certeza sobre la “necesidad intercultural”.

Así, Germana Carolina Soler Millán, sin estar en contra del dominio del idioma inglés, considera que es necesario, para el bien de la población colombiana, fomentar la enseñanza del idioma francés por razones económicas, sociales y culturales. Mientras que la lengua francesa está en una posición débil, Francia es un socio económico importante para el país, sin contar la francofonía en su conjunto. Si el inglés ocupa una posición dominante es principalmente por razones ideológicas asociadas a una visión negativa de Francia y la Francofonía. 

Según sus fuentes, las estadísticas muestran que la tasa de éxito académico es mucho mayor en inglés que en francés debido a la proximidad con Estados Unidos, lo cual es una fuente de motivación instrumental. Sostiene, por tanto, que el profesor de francés debe hacer malabarismos con la motivación integradora y la motivación instrumental. Por esta razón, establece un enfoque en esa investigación científica que ha sido reconocido desde hace mucho tiempo no solo como efectiva sino también como necesaria. Sin embargo, apelando a Abdallah-Pretceille, Soler Millán recuerda que la interculturalidad no se puede enseñar; se trata de despertar el interés en los alumnos por la cultura extranjera, el deseo de conocerla en profundidad. Sólo así el alumno sabrá abordarla, dejando atrás sus propias normas culturales y por tanto su perjudicial subjetividad. 

Este proceso no es una mera fantasía utópica; es una necesidad real si queremos una comunicación efectiva: los errores culturales son a menudo juzgados mucho más severamente que las brechas lingüísticas. Por ejemplo, una persona que infringe las reglas de cortesía será vista de manera más negativa que si hubiera cometido un error gramatical. Es por tanto evidente que la interculturalidad es necesaria no sólo para mejorar la comunicación, sino también para promover el atractivo de esta lengua-cultura con el objeto de poner fin a los estereotipos y los juicios subjetivos que impiden tener una mente abierta. Debemos comprender la cultura del otro y respetarla, más que tolerarla; es decir, legitimarla tanto como a nuestra propia cultura.

Como hemos visto, este libro es muy rico y denso. Cada argumento se desarrolla, se contextualiza y se apoya sobre bases científicas sólidas. Sin embargo, hay algunos puntos que pueden resultar problemáticas para el lector. Aunque es importante exponer el contexto histórico, político y actual para comprender plenamente la importancia de lo que está en juego, todavía, bajo mi punto de vista, el libro podría haberse desarrollado de un modo más eficaz. El contenido del libro y la contraportada no coinciden plenamente. Creemos que estamos leyendo una publicación sobre la explotación de la interculturalidad en un contexto difícil, pero realmente este tema es tratado en menos de la mitad de sus páginas: 68 páginas están dedicadas a la contextualización política, histórica y social, frente a 50 páginas dedicadas a la interculturalidad.

¿Se trata de un error de la autora? No del todo. La situación del francés en Colombia es compleja. El dominio del inglés es un fenómeno reciente y el francés estuvo muy presente desde la colonización española. Sin embargo, en ocasiones el lector sentirá que la autora se deja abrumar por su pasión por un tema que domina a la perfección y se encontrará ante una sucesión de datos cuya relación con el tema principal del libro no está siempre clara. Esto no debería ser algo negativo en sí mismo, ya que estos capítulos contienen información relevante y bien referenciada, pero a veces podemos preguntarnos de qué manera proporcionan una respuesta útil a la pregunta que plantea el título.

El único defecto real del libro es que su autora se repite continuamente, lo que a veces provoca pequeñas confusiones: cuando un tema es tratado varias veces, el lector puede perderse en la lógica del libro. A pesar de este pequeño detalle, el trabajo de Soler Millán sigue siendo un excelente aporte al campo de la interculturalidad al enriquecerlo con una investigación situada en un contexto diplomático, económico y cultural particular. También se sitúa en el debate sobre la uniformización mundial de la formación universitaria que provoca el inglés y sugiere una forma de contrarrestarlo: la apertura al mundo a través de la interculturalidad.

Desde el punto de vista de su estructura, este libro posee una correcta organización para la consulta especializada: contiene una tabla de abreviaturas enumeradas al inicio y la autora se toma el tiempo para desarrollar todos los conceptos necesarios en su argumentación. También podemos encontrar un índice de autores, un índice de conceptos y una larga y rica bibliografía de 22 páginas que muestra la herencia filosófica de la autora. 

En resumen, es una gran fuente de información para cualquiera que esté interesado en la política lingüística, la historia de la difusión de las lenguas europeas en América Latina, los investigadores de la interculturalidad y los profesores de francés interesados. Aunque el tema principal merece ser profundizado, esta obra no deja de ser informativa e instructiva.