Resumen
Las revistas científicas son un medio estratégico para la difusión del conocimiento generado en el campo de la investigación educativa. En tal condición, la pregunta por la pertinencia es una guía certera sobre la intencionalidad, la efectividad y, sobre todo, la utilidad social de las revistas científicas nacionales de investigación educativa (RIE). Este ejercicio reflexivo demanda mantener, al mismo tiempo, una atención permanente hacia el trabajo editorial propio, así como a los retos que un contexto de constante cambio impone a las publicaciones científicas.1
En suma, los desafíos se suscitan tanto en el ámbito interno como en el global, configurando un escenario que obliga a avivar el espíritu de CPU-e, Revista de Investigación Educativa y de las RIE en general:
1. El desafío permanente es la autopreservación y el mejoramiento en la calidad de las publicaciones. Los esfuerzos de las revistas están enfocados en mantener los estándares, atendiendo las condiciones necesarias para el ingreso y mantenimiento en índices y bases de datos reconocidos, así como en vigilar la calidad de los contenidos y de los procesos de evaluación.
2. A escala nacional, las políticas públicas de apoyo al quehacer científico en las dinámicas de las RIE imponen un reto mayor, particularmente debido a: a) la demanda de producción y publicación hacia los investigadores como indicador de productividad ‒Sistema Nacional de Investigadores, Padrón Nacional de Posgrados de Calidad del Conacyt y programas de estímulos a la investigación en instituciones de educación superior‒, y b) la exigencia de publicación de artículos en revistas científicas por parte de programas de posgrado, y algunas veces a nivel de grado, cuando en ocasiones los estudiantes no han sido formados en el desarrollo de habilidades de investigación o de redacción científica, o bien, carecen de una producción relevante que amerite su publicación.
En ambos casos la publicación se convierte en un fin y deja de ser un medio para la difusión del conocimiento, esbozando una tendencia hacia la bursatilización de la difusión científica, es decir, a su transformación en un mercado transaccional donde distintos actores pueden beneficiarse, si bien a costa de los objetivos ulteriores de la investigación a escala social. Frente a dichas presiones, las revistas tienen que operar como un filtro que garantice la calidad y pertinencia de las publicaciones.
3. A nivel global el desafío radica en superar la escasa presencia de las revistas latinoamericanas en el ámbito de la investigación internacional, situación que obedece a diversos factores, entre ellos: a) una competencia inequitativa con la producción y la difusión científica internacional, a partir del establecimiento de parámetros de calidad en los cuales predominan los llamados países desarrollados, quienes invierten importantes recursos en sus publicaciones. Ello les permite sumarse a los índices internacionales que por lo general son de difícil acceso y de alta exigencia para nuestras publicaciones. Aun así, un significativo número de revistas mexicanas se ha incorporado exitosamente en tales circuitos; b) la prevalencia del inglés como lengua franca científica desplaza o coloca en desventaja a otras lenguas, específicamente al español, que por sus alcances debería tener un reconocimiento y validez similar, como lengua de difusión del conocimiento a escala global; y c) la inexistencia de una mirada global desde el sur que acierte a distinguir ámbitos y necesidades diferenciadas en un mundo igualmente distinto. Es decir, al bloque de naciones del Norte global ‒por así denominarlo; no es un concepto preciso ni representa la complejidad del mundo‒ no le interesan los fenómenos educativos del Sur si no es por un interés de intervención económica o política, en tanto que al Sur le interesa asomarse a lo que ocurre en el Norte guiado por un ánimo de comparación o búsqueda de modelos a seguir. Como resultado, hay pocos trabajos de investigadores latinoamericanos sobre la educación en países del primer mundo, por ejemplo, o con una perspectiva continental o mundial. De este modo se diluye la perspectiva geo-epistémica de América Latina en el estudio del fenómeno educativo a escala global, lo que a su vez limita la intervención de la investigación educativa frente a la crisis civilizatoria, así como la posibilidad de identificar esquemas educativos pertinentes para la era.
En el contexto referido las revistas continúan la tarea de difusión del conocimiento, al tiempo que se identifica una urgente necesidad de contribuir a su divulgación a escala social para que estos nuevos saberes sean utilizados y lleguen a los destinatarios finales, quienes frecuentemente son sujeto (u objeto) de las investigaciones y no llegan a conocer los resultados de esos estudios o a tener oportunidad de ensayarlos en sus prácticas, ni de incorporarlos en las discusiones actuales que existen sobre educación en diversos ámbitos, tanto gubernamentales como sociales. Las RIE debieran coadyuvar no solo en promover el impacto académico de la investigación educativa, sino también el social, aunque éste no genere tanto reconocimiento y sea difícilmente medible.
De este modo, más allá de tratar de mantener y aspirar a formar parte de los índices internacionales, por su función en la sociedad, las RIE debieran privilegiar el contenido, la pertinencia y la utilidad de las investigaciones como factores para su promoción en lugar de hacerlo a partir de parámetros como el factor de impacto, por ejemplo.
Con base en lo establecido por la Declaración de San Francisco sobre la Evaluación de la Investigación (DORA), desde las revistas nacionales se puede proponer un conjunto de indicadores a nivel de artículo que favorezca la evaluación basada en el contenido científico por sobre las métricas de publicación de la revista en la que aquél se publica. También es factible alentar las prácticas de la autoría responsable y proveer información sobre las contribuciones de cada autor, como sugiere DORA.
Finalmente, es indispensable dar a la investigación educativa una perspectiva amplia y compleja del fenómeno educativo que trascienda el ámbito escolar, puesto que la educación es una práctica social cotidiana poco reconocida como tal por las ciencias educativas. De acuerdo con Murillo y Martínez (2019), la mayoría de los artículos de investigación educativa en México se orienta a la investigación sobre docencia, métodos de enseñanza, desarrollo cognitivo del estudiante, sistemas educativos, políticas, validación de instrumentos, evaluación educativa, políticas públicas educativas, y un gran porcentaje de ellos (54.3%) se enfoca a la educación superior.2 Pocos artículos trascienden la estructura material y conceptual que involucra el modelo educativo actual.
Quizá las referencias mencionadas sean representativas del interés académico prevaleciente, pero cabe preguntar si los temas que se abordan responden a la situación y necesidades de cambio en los procesos educativos formales y de la sociedad en donde tienen lugar. Es decir que, al mismo tiempo de constituir una plataforma para la difusión del conocimiento, las RIE puedan ser una herramienta para la consolidación de una investigación educativa pertinente a la realidad nacional (en todos sus ámbitos), en un momento crítico para el mundo que demanda una profunda transformación del pensamiento, a la cual la educación está convocada.