Resumen
A pesar de los críticos problemas de institucionalización, continuidad, formación de posgrado y sobre todo de financiación que padece desde hace tiempo, la investigación educativa mexicana goza de buena salud. Como demuestran los estados de conocimiento que publica cada década el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), y cuya edición más actual se está preparando a lo largo de este año 2011, son cada vez más sólidos y “maduros” los estudios empíricos, cuantitativos tanto como cualitativos, que se generan acerca de la realidad educativa de nuestro país, sea a nivel local, regional o nacional.
Desde nuestra revista, y ya entrando en el décimo segundo número publicado, estamos aportando nuestro “granito de arena” a esta profundización del conocimiento tanto empírico como teórico, tanto analítico como propositivo acerca de la realidad educativa mexicana. El presente número se caracteriza en este sentido por una amplia gama de temáticas altamente relevantes para la investigación educativa, estudiadas desde miradas diacrónicas en algún caso, diacrónicas en otro, recurriendo a enfoques y métodos cuantitativos al igual que cualitativos.
En el primer artículo de la Sección de Investigación, “Exclusión, asimilación, integración, pluralismo cultural y “modernización” en el sistema educativo mexicano: un acercamiento histórico a las escuelas de educación pública para indígenas”, Yolanda Jiménez Naranjo proporciona un análisis histórico-antropológico a los diferentes y consecutivos modelos educativos que han predominado en la así llamada educación indígena a lo largo del siglo XX. La densidad del análisis diacrónico de los modelos que subyacían a estas políticas educativas se complementa con una muy contemporánea problematización de la “modernización educativa” y de sus retos en relación con la diversidad y heterogeneidad cultural de México.
Pasando de un nivel más macro-histórico a otro más micro-escolar, en segundo lugar Gabriela Naranjo Flores y Antonia Candela Martín nos proporcionan con “La construcción social y local del espacio áulico en un grupo de escuela primaria” un estudio etnográfico intra-escolar de una escuela primaria en la Ciudad de México. Su análisis sincrónico se centra en la construcción social y la significación del espacio áulico por parte de los maestros y alumnos de dicha escuela.
Nuevamente optando por el método etnográfico, pero aplicándolo ahora al nivel de educación media superior, Olga Grijalva Martínez proporciona en “La diversión y el trabajo académico como fuentes de las identificaciones de los jóvenes en sus grupos de pares” un análisis detallado de los comportamientos y las actitudes de jóvenes preparatorianos en torno a sus relaciones entre pares en su vida de “ocio” tanto como en su quehacer académico. Este trabajo nos ayuda a descifrar con mayor esmero los procesos contemporáneos de la configuración de las identidades juveniles y estudiantiles.
Estas investigaciones cualitativas son complementadas, por último, por un trabajo de índole cuantitativa. En “Propiedades psicométricas de un instrumento para medir la disposición hacia el estudio”, Pedro Antonio Sánchez Escobedo, Ángel Alberto Valdés Cuervo, Mónica Gantús Sansores y Javier Vales García ofrecen un análisis de validez de un instrumento psicométrico desarrollado para medir la disposición que estudiantes de educación secundaria muestran hacia el estudio, su motivación, su compromiso, su autorregulación y su adaptación a los requerimientos académicos de la escuela.
En la Sección Crítica y Opinión, por su parte, contamos con dos ensayes que plantean problemáticas igualmente relevantes para la investigación educativa. En “Factores que afectan el desempeño académico de los estudiantes de nivel superior en Rioverde, San Luis Potosí, México”, Juan Manuel Izar Landeta, Carmen Berenice Ynzunza Cortés y Héctor López Gama reportan hallazgos de una encuesta que les permitió identificar en jóvenes bachilleres asociaciones estadísticamente relevantes entre su rendimiento académico, su nivel socioeconómico, su orientación vocacional, el nivel educativo de sus padres, sus visiones de futuro así como su respectivo género.
En segundo lugar, en “Un cambio de paradigma educativo para crear conciencia ambiental”, Scheherezada López Betanzos y José Antonio Santiago Lastra reivindican la necesidad de revalorar los saberes ancestrales en torno al medio ambiente como punto de partida para fomentar una conciencia ambiental duradera, fruto de una estrategia educativa constructivista y un diálogo de saberes.
Por último, en la Sección Práctica aportamos la traducción de un breve texto de Ingrid Gogolin. En “Niveles de Capacidades en Educación Intercultural”, la autora propone conceptualizar y distinguir los diferentes niveles de competencias reflexivas que desarrollamos al enfrentarnos a la diversidad cultural, étnica y/o lingüística, distinguiendo para ello siete niveles de creciente complejidad y reflexividad.
Como podrán apreciar nuestras lectoras y lectores, este volumen de la CPUe. Revista de Investigación Educativa ofrece un amplio y polifacético panorama de diferentes enfoques conceptuales, metodologías, niveles escolares y actores educativos que en su conjunto contribuyen a afianzar la investigación educativa mexicana.
Para concluir, cabe una vez más señalar esa gran paradoja detectada por Don Pablo Latapí: la coincidencia en este país de una tradición académica de excelencia cada vez más comprobable en investigación educativa, por un lado, y la persistencia de fallos, abismos de desigualdades y problemas estructurales −no sólo coyunturales− en el sistema educativo mexicano, por otro lado. Por muy cuestionables y sesgadas que pueda ser el macro-instrumentario de la prueba internacional PISA, los resultados nacionales de esta prueba demuestran longitudinal y reiteradamente las escasas mejoras que obtienen nuestros estudiantes en el desempeño escolar en lectura, en ciencias y en matemáticas.
En palabras del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, “los resultados alcanzados por México en PISA 2009 revelan que aún hay mucho por hacer para asegurar que nuestros jóvenes sean capaces de analizar, razonar y comunicarse de manera satisfactoria al plantear, resolver e interpretar problemas en diversas situaciones del mundo real (INEE 2011: 187). Desde la investigación educativa, y con los resultados de nuestras investigaciones en mano, resulta por tanto prioritario seguir “poniendo el dedo en la llaga” de los sesgos estructurales, de las desigualdades escolares y de los desafíos políticas que limitan una reforma integral, duradera y efectiva del sistema educativo mexicano.